Hace unas semanas ya empezamos a introducir las microexpresiones, un campo de estudio fascinante y todavía muy inexplorado.
Tal y como dijimos, las microexpresiones son movimientos de los músculos faciales de medio segundo o menos.
Pero, ¿de dónde salen estas expresiones? y, ¿por qué son importantes?
Las microexpresiones faciales.
Para contestar a la primera pregunta: Las microexpreiones nacen en el cerebro emocional (o cerebro reptiliano). Esta parte de nuestro cerebro, aunque conectada al cerebro racional, no está controlada por él. Dicho de otra manera, de allí surgen todo lo que denominamos «maniobras inconscientes». Las microexpresiones son inconscientes… nuestro cerebro racional no las puede controlar y, por lo tanto, son auténticas. No hay lugar para la mentira, la ocultación o el engaño.
Las microexpresiones son el verdadero reflejo de nuestra alma.
Por eso son tan importantes, porque dan la clave del mensaje a la hora de comunicar.
En un entorno de ventas, por ejemplo, sabe leer este tipo de gestos puede suponer la diferencia entre el cierre o el fracaso. Si sabemos interpretar estos diminutos movimientos faciales tendremos más control sobre nuestras interacciones sociales y, por consiguiente podremos responder mejor.
Tal vez resulte sorprendente pero diversos estudios han demostrado que la gente que está más sensibilizada con el reconocimiento de las microexpresiones tiene un coeficiente de Inteligencia Emocional más alto que aquellos que las pasan por alto.
Pero, ¿qué significa reconocer las microexpresiones?
Significa aprender a ver los movimientos faciales y asociarlos a la emoción que demuestran incontrolablemente.
Por ejemplo, hay dos microexpresiones que indican felicidad.
Uno es el signo más universal de la felicidad: La sonrisa. O dicho, de manera más técnica, la elevación de ambas comisuras labiales.
Ahora bien, este gesto se puede fingir. Podemos elevar nuestras comisuras sin estar felices o contentos. Esto, también muy conocido, se denomina una sonrisa falsa.
La clave entre la verdadera elevación y la falsa es la duración. Si un movimiento facial supera el medio segundo pasa a ser una macroexpresión.
Las macroexpresiones son obvias y debido a su duración, que implica una orden neurológica prolongada, salen del cerebro racional. El primer instante de sonrisa es la microexpresión, la prolonganción de la misma es la macroexpresión voluntaria.
Pero, la otra microexpresión de felicidad no funciona del mismo modo. Esta es la que demuestra que la emoción es genuina, porque requiere movimiento de un músculo que la mente racional no puede controlar. El músculo en cuestión es el orbicularis oculi y es el que rodea el ojo. Es famoso porque con el paso de los años nos regala «las patas de gallo».
Delante de felicidad verdadera, el orbiscularis oculi se contrae y esta contracción no se puede fingir.
Estas son solo dos de más de una veintena de sutiles movimientos que solemos ignorar pero que, en realidad, lo dicen todo.
¿No es fascinante?
Para más información sobre microexpresiones, no dudéis en visitar nuestra web.
Etiquetas: Center for body language, Microexpresiones faciales, Psicología laboral, Comportamiento