El negocio de los chistes o los chistes de los negocios

Hoy siendo que es festivo, traemos un post un poco más ligero en contenido. Todos hemos escuchado alguna que otra broma sobre negocios y empresas… pues, bien, hoy os dejamos aquí algunas para que tengáis material para la hora del café.

 

Las mejores bromas sobre negocios y empresas para que tengáis material para la hora del café.

Una empresa manda a dos de sus empleados; uno de ellos con un MBA y el otro con el bachillerato, de camping para que se conozcan mejor. Montan su tienda de campaña, cenan y se quedan dormidos.
A las tres de la mañana, el empleado con el bachillerato despierta a su compañero con el MBA, y le dice:– Señor MBA, mira al cielo y dime qué es lo que ves.
El MBA responde:
– Veo las estrellas.

–¿Y eso qué te dice? -pregunta el bachiller.
Tras un minuto pensando, el MBA le da la siguiente respuesta:– Astronómicamente hablando, me dice que hay millones de galaxias y potencialmente billones de planetas. Astrológicamente me dice que Piscis está en Saturno. Por la situación de la luna con respecto a su ángulo, deben ser aproximadamente las cuatro de la mañana. Y meteorológicamente, creo que mañana hará un día muy soleado. ¿Por qué lo preguntas?
El del bachillerato no responde, con lo que el otro vuelve a insistir:
– ¿Qué ves tú cuando miras al cielo?
El Bachiller tras un largo suspiro, por fin responde:– Sólo veo que eres idiota MBA…. ¿No ves que nos han robado la tienda de campaña?

El dueño de una empresa invitó a sus trabajadores a una comida de Navidad. Cuando llegaron los postres se levantó para dar un discurso en el que contó un chiste que provocó grandes carcajadas a todos los trabajadores menos uno. Después, el jefe le preguntó sorprendido al empleado que no había reído:
– ¿No te ha hecho gracia el chiste?
El empleado respondió:
– Me ha hecho la misma gracia a que todos los demás, pero lo que pasa es que yo me jubilo mañana.

Un hombre en mitad de Madrid se da cuenta de que está perdido, y para a un coche para preguntarle al conductor:
– Perdone, he quedado a las once con un cliente muy importante, llevo veinte minutos de retraso y no sé dónde estoy. ¿Podría ayudarme?

– Claro que sí. Se encuentra al final del Paseo de la Castellana, en el número 134, intersección con Gran Vía, entre los 35º y 43º latitud sur y los 50º y 55º de longitud este.

– Es usted ingeniero, ¿verdad? – pregunta el hombre perdido.
– Sí, lo soy, ¿cómo lo ha adivinado?
– Muy simple. Todo lo que me ha dicho es técnicamente correcto, pero a efectos prácticos completamente inútil. Yo sigo perdido, llegaré todavía más tarde, y no sé qué utilidad puedo sacarle a la información que me ha dado.

El hombre del coche le pregunta al hombre perdido:
– Usted gerente de alguna empresa, ¿verdad?
– Pues sí, ¿cómo lo ha sabido?
– Pues más sencillo todavía. No sabe ni dónde está ni hacia dónde va. Ha hecho una promesa que no puede cumplir, y además, espera que otra persona le resuelva el problema. De hecho, ahora mismo se encuentra en la misma situación en la que estaba antes de que nos encontráramos, pero por algún extraño motivo, ahora la culpa es mía.

Un empleado muy vago decide abandonar su empresa, lo cual le supone un alivio para su jefe, el cual tenía pensado despedirlo. De esta forma, se ahorrará el finiquito. Pero el empleado necesita una carta de recomendación, si no la otra empresa no lo contratará.
Esto provoca un conflicto para el jefe porque quiere deshacerse de su empleado a toda costa, pero no quiere mentir en la carta de recomendación para endosarle semejante vago a nadie.
Es decir, no quiere mentir, pero tampoco puede decir la verdad, por lo que tras horas de reflexión, decide escribir una carta de recomendación que no incluye ninguna mentira, y cuya verdad hay que saber interpretarla. La carta dice:
«Ustedes tendrán mucha suerte si consiguen que esta persona trabaje en su empresa»

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